jueves, 2 de junio de 2016

15 ORACIONES DE SANTA BRIGIDA, PARA PEDIR A JESUS AYUDA Y PROTECCION


PRIMERA ORACIÓN

¡Oh Jesucristo!
¡Eres la eterna dulzura de todos los que te aman!
la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo;
la salvación y esperanza de todos los pecadores.

Has manifestado que no tienes mayor deseo
que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra.


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Los amaste hasta el punto
de asumir la naturaleza humana,
en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos.

Acuérdate de todos los sufrimientos que soportaste
desde el instante de tu Concepción
y especialmente durante tu Sagrada Pasión;
así como fue decretado y ordenado
desde toda la eternidad, según el plan divino.

 Acuérdate, Oh Señor,
que durante la última Cena con tus discípulos

les lavaste los pies
y después les diste Tu Sacratísimo Cuerpo

y Tu Sangre Preciosísima,
luego, confortándolos con dulzura,

les anunciaste tu próxima Pasión.

Acuérdate de la tristeza y amargura
que experimentaste en Tu Alma,
como Tu mismo lo afirmaste, diciendo:
”Mi Alma está triste hasta la muerte.”

Acuérdate de todos los temores,
las angustias y los dolores que soportaste
en Tu Sagrado Cuerpo antes del suplicio de la crucifixión.

Después de haber orado tres veces,
todo bañado de sudor sangriento,
fuiste traicionado por tu discípulo: Judas;
y apresado por los habitantes de una nación
que habías escogido y enaltecido.

Fuiste acusado por falsos testigos
e injustamente juzgado por tres jueces;
todo lo cual sucedió en la flor de tu madurez,
y en la solemne estación pascual.

Acuérdate que fuiste despojado de tu propia vestidura,
y revestido con manto de irrisión.

Te cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas,
 después, coronado de espinas,
pusieron en Tus manos una caña.

Finalmente, fuiste atado a la columna,
desgarrado con azotes
y agobiado de oprobios y ultrajes.

 En memoria de todas estas penas y dolores
que soportaste antes de Tu Pasión en la Cruz
concédeme antes de morir,
una contrición verdadera, una confesión sincera y completa,
adecuada satisfacción y la remisión de todos mis pecados. 


 Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

SEGUNDA ORACIÓN 

¡Oh Jesús, verdadera libertad de los ángeles
y paraíso de delicias!

Acuérdate del horror y la tristeza con que fuiste oprimido
cuando tus enemigos, como leones furiosos,
te rodearon con miles de injurias,
salivazos, bofetadas, laceraciones,
arañazos y otros suplicios inauditos,
te atormentaron a su antojo.


En consideración a estos tormentos
y a las palabras injuriosas,
te suplico. ¡oh mi Salvador y Redentor!
que me libres de todos mis enemigos,
visibles e invisibles,
y que bajo tu protección,
permitas que yo alcance la perfección
de la Salvación Eterna. 


Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza. 


 
TERCERA ORACIÓN

¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra,
al que nada puede contener ni limitar!
Tú abarcas todo;
y todo es sostenido bajo tu amorosa potestad.

Acuérdate del dolor muy amargo
que sufriste cuando los judíos,
con gruesos clavos cuadrados,
golpe a golpe clavaron
Tus Sagradas Manos y Pies a la Cruz.

Y no viéndote en un estado suficientemente lamentable
para satisfacer su furor, agrandaron Tus Llagas,
agregando dolor sobre dolor,
con indescriptible crueldad.

Extendieron Tu Cuerpo en la Cruz,
y con jalones y estirones violentos,
en toda dirección, dislocaron tus Huesos.


¡Oh Jesús!,
en memoria de este santo dolor
que soportaste con tanto amor en la Cruz,
te suplico concederme la gracia
del santo temor y de amarte.

Amén.
Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.



CUARTA ORACIÓN

¡Oh Jesús, Médico Celestial
elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las Tuyas!

 Acuérdate de las heridas y los desfallecimientos
que sufriste en todos Tus Miembros;
y que fueron distendidos a tal grado,
que no ha habido dolor semejante al Tuyo.

 Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies,
ninguna parte de Tu Cuerpo estaba exenta de tormentos.

Sin embargo, olvidando todos Tus sufrimientos,
no dejaste de pedir por Tus enemigos a Tu Padre Celestial,

diciéndole:
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”


 Por esta inmensa misericordia,
y en memoria de estos sufrimientos,
te hago esta súplica:
concédeme que el recuerdo de Tu muy amarga Pasión,
nos alcance una perfecta contrición
y la remisión de todos nuestros pecados.

 Amén.


Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

 
QUINTA ORACIÓN

¡Oh Jesús!, ¡espejo de Resplandor Eterno!
Acuérdate de la tristeza aguda que sentiste
al contemplar con anticipación,
las almas que habían de condenarse.

 A la luz de Tu Divinidad,
vislumbraste la predestinación de aquellos que se salvarían,
mediante los méritos de Tu Sagrada Pasión.

Simultáneamente contemplaste tristemente
la inmensa multitud de dañados
que serian condenados por sus pecados;
y Te quejaste amargamente de esos desesperados,
perdidos y desgraciados pecadores.

Por este abismo de compasión y piedad
y principalmente por la bondad que demostraste
hacia el buen ladrón, diciéndole:
“Hoy estarás conmigo en el Paraíso"
hago esta súplica, Dulce Jesús:
te pido que a la hora de mi muerte tengas misericordia de mí.
Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza. 

SEXTA ORACIÓN

¡Oh Jesús, Rey infinitamente amado y deseado!

Acuérdate del dolor que sufriste, cuando,
desnudo y como un criminal común y corriente,
fuiste clavado y elevado en la Cruz.

También, fuiste abandonado de todos Tus parientes y amigos
con la excepción de tu muy amada Madre.

En Tu agonía, Ella permaneció fiel junto a Ti;
luego la encomendaste a tu fiel discípulo, Juan,
diciendo a María: “¡mujer, he aquí a tu hijo!”
y a Juan: “¡he aquí a tu Madre!

Te suplico, Oh mi Salvador,
por la espada de dolor que entonces traspasó
el alma de Tu Santísima Madre,
que tengas compasión de mí,
 y en todas mis aflicciones y tribulaciones,
tanto corporales como espirituales,
¡ten piedad de mí!

Asísteme en todas mis pruebas,
y especialmente en la hora de mi muerte.
Amén.
 

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

SÉPTIMA ORACIÓN

¡Oh Jesús, inagotable Fuente de compasión
ten compasión de mí!
En profundo gesto de amor, exclamaste en la Cruz:
“Tengo sed”,
era sed por la salvación del género humano.

¡Oh mi Salvador!
te ruego que inflames nuestros corazones
con el deseo de dirigirnos a la perfección,
en todas nuestras obras.

Extingue en nosotros la concupiscencia carnal
y el ardor de los apetitos mundanos.
Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

OCTAVA ORACIÓN

¡Oh Jesús, dulzura de los corazones
y deleite del espíritu!

Por el vinagre y la hiel amarga que probaste en la Cruz,
por amor a nosotros, escucha nuestras súplicas.

Concédenos la gracia de recibir dignamente
Tu Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima
durante nuestra vida y también a la hora de la muerte
para servir de remedio y consuelo a nuestras almas.
Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

NOVENA ORACIÓN

¡Oh Jesús, Virtud real y gozo del alma!
Acuérdate del dolor que sentiste,
sumergido en un océano de amargura
al acercarse la muerte,
insultado y ultrajado por los judíos
clamaste en alta voz que habías sido abandonado
por Tu Padre Celestial, diciéndole:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Por esta angustia, te suplico, oh mi Salvador,
que no me abandones en los terrores
y dolores de mi muerte.
Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

DÉCIMA ORACIÓN

¡Oh Jesús. Principio y Fin de todas las cosas,
eres la Vida y la Virtud plena!

Acuérdate que por causa nuestra
fuiste sumergido en un abismo de penas,
sufriendo dolor desde la planta de los Pies
hasta la cima de la Cabeza.

En consideración a la enormidad de Tus Llagas,
enséñame a guardar, por puro amor a Ti,
todos tus Mandamientos;
porque el camino de tu Ley Divina
es amplio y agradable para aquellos que Te aman.
Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

UNDÉCIMA ORACIÓN

¡Oh Jesús! ¡abismo muy profundo de Misericordia!
en memoria de las llagas que penetraron
hasta la médula de Tus Huesos y Entrañas para atraerme hacia Ti,
presento esta súplica.

 Yo, miserable pecador,
profundamente sumergido en mis ofensas,
pido que me apartes del pecado.

Ocúltame de Tu Rostro
tan justamente irritado contra mí.

Escóndeme en los huecos de Tus Llagas
hasta que Tu cólera y justísima indignación hayan cesado.
Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

DUODÉCIMA ORACIÓN

¡Oh Jesús! Espejo de la Verdad,
Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad!
 
Acuérdate de la multitud de Llagas
con que fuiste herido, desde la Cabeza hasta los Pies.

Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas,
oh dulce Jesús,
por la efusión de Tu adorable Sangre.

¡Oh, qué dolor tan grande y repleto sufriste
por amor a nosotros, en Tu Carne virginal!

¡Dulcísimo Jesús!
¿qué hubo de hacer por nosotros que no hayas hecho?

Nada falta. ¡Todo lo has cumplido!

¡Oh amable y adorable Jesús!
por el fiel recuerdo de Tu Pasión,
que el Fruto meritorio de Tus sufrimientos
sea renovado en mi alma,
y que en mi corazón, Tu Amor aumente cada día
hasta que llegue a contemplarte en la eternidad.

¡Oh Amabilísimo Jesús!
eres el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera,
que te pido me concedas en el Cielo.
Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

DÉCIMA TERCERA ORACIÓN

¡Oh Jesús! ¡fuerte León, Rey inmortal e invencible!

Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando,
agotadas todas Vuestras fuerzas,
tanto morales como físicas,
inclinasteis la Cabeza y dijisteis:
“Todo está consumado”.

Por esta angustia y dolor, os suplico,
Señor Jesús, que tengáis piedad de mí
en la hora de mi muerte
cuando mi mente estará tremendamente perturbada
y mi alma sumergida en angustia.
Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

DÉCIMA CUARTA ORACIÓN

¡Oh Jesús! ¡Único Hijo del Padre Celestial!
¡Esplendor y semejanza de su Esencia!

Acuérdate de la sencilla y humilde recomendación
que hicisteis de Tu Alma, al Padre Eterno, diciéndole:
“¡Padre en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!”

Desgarrado Tu Cuerpo, destrozado Tu Corazón
y abiertas las Entrañas de Tu misericordia
para redimirnos, expiraste.

Por Tu Preciosa Muerte,
te suplico, Oh Rey de los santos, confórtame,
socórreme para resistir al demonio, la carne y al mundo.

A fin de que, estando muerto al mundo,
viva yo solamente para Ti,
y a la hora de mi muerte,
recibe mi alma peregrina y desterrada que regresa a Ti.
Amén.
 

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza. 

DÉCIMA QUINTA ORACIÓN

¡Oh Jesús! ¡Verdadera y fecunda Vid!
 Acuérdate de la abundante efusión de Sangre
que tan generosamente derramaste
de Tu Sagrado Cuerpo.

Tu preciosa Sangre fue derramada
como el jugo de la uva bajo el lagar.

De Tu Costado perforado por un soldado, con la lanza,
ha brotado Sangre y agua,
hasta no quedar en Tu Cuerpo gota alguna.

Finalmente, como un haz de mirra,
elevado a lo alto de la Cruz,
la muy fina y delicada Carne tuya fue destrozada
la Substancia de tu Cuerpo fue marchitada;
y disecada la médula de tus Huesos.

Por esta amarga Pasión,
y por la efusión de Tu preciosa Sangre,
te suplico, ¡oh dulcísimo Jesús!,
que recibas mi alma,
cuando yo esté sufriendo en la agonía de mi muerte.
Amén.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir con mucha fe y esperanza.

ORACION FINAL

¡Oh Dulce Jesús! traspasa mi corazón,
a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia
me sirvan de pan, día y noche.

Conviérteme enteramente, oh mi Señor, a Ti,
haz que mi corazón sea tu Habitación perpetua,
y que mi conversación te sea agradable.
Que el fin de mi vida te sea de tal suerte loable
que después de mi muerte pueda merecer Tu Paraíso
y alabarte para siempre en el Cielo
con todos tus Santos.
Amén. +

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pedir lo que se desea conseguir
con gran fe y muchísima esperanza.

Las oraciones se rezan, todas juntas, en el mismo día,
y se pueden hacer los días que se desee o considere necesario.

Estas preciosas y sentidas oraciones fueron dictadas a Santa Brígida de Suecia por Nuestro Señor mismo. En la Basílica de San Pablo Extramuros, en la ciudad de Roma, se puede contemplar, en la capilla del Santísimo Sacramento, el Crucifijo Milagroso ante el cual estuvo arrodillada Santa Brígida cuando recibió estas 15 Oraciones de Jesús. Estas oraciones fueron copiadas de un libro impreso en Tolosa (Francia) en el año 1740. Fueron publicadas por el Padre Adrien Parvilliers, de la Compañía de Jesús. El Padre Adrien era jesuita, misionario apostólico, en la Tierra Santa. Este sacerdote obtuvo la aprobación, el permiso y la recomendación que se requerían para difundir estas oraciones.

El papa Pio IX declaró conocimiento de estas oraciones con el acto de presentar el Prólogo. De esta manera, el Sumo Pontífice admitió la autenticidad de estas plegarias para el bien de las almas; y firmó la aprobación el día 31 de mayo de 1862.

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

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