¡Oh celeste
tesorera de todas las gracias,
Madre de Dios y
madre mía, María!
que eres la hija
primogénita de el Padre eterno
y que tienes en
tus manos su omnipotencia,
ten piedad de mi
alma y concédeme
el favor que
fervorosamente suplico:
(decir la
primera petición con gran fe).
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