¡Oh, Dolorosísima Virgen
de la Angustias,
Reina de los
mártires y dulce madre mía!
que permaneciste
con firmeza junto a la cruz
participando silenciosa
en la pasión de tu Hijo,
que le seguiste y
sufriste con invicta fortaleza por El,
me postro ante ti lleno de fe y de confianza