¡Oh, glorioso san
Dimas penitente!,
el más dichoso, el buen ladrón,
que desde el
ignominioso patíbulo en que moriste,
acompañando al
Redentor Divino
en los tormentos del Calvario,
diste el salto
hasta el Cielo, donde estarás gozando,
porque fuiste un
gran confesor
de todos tus malos actos en la vida temporal
rechazando arrepentido toda tu vida pasada
para alcanzar los bienes de la Eterna Patria.
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