Oh María madre mía, Señora buena y clemente,
que acabado el curso de tu vida en la tierra
fuiste elevada en cuerpo y alma a los Cielos
y allí participas de la gloria del Altísimo,
aquí estamos tus hijos con todo amor
buscando amparo bajo tu maternal y dulce protección;
Tú que nunca nos niegas tu ayuda,
Tú que nos acompañas sin soltarnos de la mano
mientras recorremos valles oscuros y llenos de lagrimas,
tu que eres estrella luminosa, luz del alba y aurora de la vida,
ilumínanos, danos tu Luz, socórrenos, danos fortaleza,
y envíanos desde lo Alto tus divinas gracias.