Te adoro Padre Eterno, te alabo y glorifico,
pues de Ti proviene la vida, de Ti nos viene el amor,
Tu Señor nos guías, nos amparas y consuelas
y conoces nuestros corazones y nuestros mas íntimos deseos,
hoy con fe te suplico escuches mis ruegos y me des tu ayuda;
cúbreme con tu amor, compadécete de mí Señor,
y como amoroso Padre de Misericordia
extiende sobre mi cuerpo enfermo tu Manto Celestial;
Dios mío, no me dejes, no me abandones, no te olvides de mi,
para Ti, Proveedor Divino, no hay nada incurable,
ni mal alguno se puede resistir a los remedios de tu gracia
cuando acudimos ante tu bondad con gran confianza y esperanza.
Seguir leyendo